Un yuppie en la columna del Che Guevara, de Carlos Gamerro
Una historia de persecuciones, bombas, tiros, secuestros, sexo, amor y odio forman –quién lo duda– un voluptuoso cóctel literario. Este que estalla ante los ojos del lector, además de presentar toda clase de aventuras, se adentra en las andanzas de un pequeño burgués porteño devenido combatiente montonero en plena década de 1970. En el contexto de una Argentina que encara el drama de la dictadura militar desde lo político y judicial, Un yuppie en la columna del Che Guevara repasa ese tiempo, pero desde lo literario. No es un ejercicio memorialista sino que se interna en la época y se compromete con los personajes.La historia se repite como farsa, acotaba Marx a Engels, y en formato novela, les susurra Gamerro a ambos.
El trabajo formal con la lengua se completa con los diferentes géneros utilizados, que sirven para parodiar o verosimilizar la acción, por ejemplo, el relato de aventuras, un delirante diario guerrillero en Tigre, una historia erótica, una desgrabación del juicio a las juntas, y más. Las escenas están narradas desde un formato que brinda un marco histórico y un sentido específico a la acción, la escritura explota los momentos más densos de cada uno.
La mirada, retrospectiva y anacrónica, permite contrastar la mitología local –Evita, el Che, la resistencia peronista– y ponerla a prueba. El humor es la herramienta con que acosa y bombardea a esos mitos. Los personajes aparecieron por primera vez en otros libros de Carlos Gamerro –Las Islas y La aventura de los bustos de Eva– y aunque tienen vida, sólo dentro de los relatos, son fieles a las tramas míticas de significación de esos años de plomo.
Leer la revolución desde el management es un verdadero acto terrorista que desnuda la más profunda interioridad de Marroné, el héroe de esta historia, pero que lo emparenta con don Quijote, ya que ambos adaptan la realidad a sus lecturas, como si de un delirio se tratara, una de las críticas a la militancia de aquella época.
El pasado golpea las puertas del presente y obliga a revisarlo, este viaje hacia recuerdos reprimidos muestra cómo aquello que callamos lo heredamos y da forma al porvenir. El relato de la memoria es una ficción que nos negamos a escribir: “Marroné se sintió al salir como atrapado en una foto sobreexpuesta; la luz era tan intensa que carcomía los bordes de las siluetas, buscando el negro.”
La novela de Gamerro tiene la virtud de crear personajes complejos y ponerlos a prueba en ambientes y situaciones muy diferentes sin que pierdan su individualidad. Así como en la novela cada acción (o decisión) tiene un costo alto, la lectura de escenas íntimas y entrañables se paga a un precio muy caro, con otras crueles y lacerantes.

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