31 dic 2011

Pequeñas intenciones, de Jorge Consiglio


Escribir con precisión de orfebre

Publicado en el Suplemento Cultura de Tiempo Argentino el 31 de diciembre de 2011

Algunas escrituras buscan la naturalidad, otras el trazo artesanal y la sonoridad cuidada. La de Jorge Consiglio pertenece al segundo grupo, es dueña de un estilo conciso que trabaja de modo consciente cada frase. Estos detalles traslucen su temprano oficio de poeta.

Pequeñas intenciones, su última novela, no narra ni celebra la vida de una persona exitosa, el relato se centra en los pequeños aconteceres de un hombre que vive ajeno a la vorágine moderna. Arrinconado en una casita con fondo de Haedo, narra en primera persona, bajo la forma de una charla inverosímil, la historia de su vida a un interlocutor fantasma que nada cuestiona ni juzga. Este continuum discursivo permite conocer luces y sombras de la vida del conversador, la solidaridad y lo ruin como posibilidades de lo humano.

Los personajes laterales, que parecen estar agarrados con broches al mundo, le permiten ahondar en emociones, actitudes que suelen quedar en el margen de las narraciones. Consiglio relata una vida dentro de un paréntesis, encuentra en este ser reposado la posibilidad de descartar una visión superficial de la existencia y concentrarse en las acciones cotidianas de un personaje en deterioro progresivo.

La escritura de Consiglio tensa un posible cruce entre Borges y Onetti, da luz y explora los pequeños detalles de una vida “ordinaria”, sobre los que reflexiona: “La curiosidad siempre es cruel, cuando no es atroz. En ese momento, no sé por qué maldita razón participaba de la situación como si se tratara de un espectáculo. Usted me comprende.”

La novela, publicada por Edhasa, presenta un puñado de personajes consistentes, muchos proceden del grupo familiar: un hermano deficiente mental, una hermana para la que el aburrimiento “era una patología”, la casa de Haedo que ocupa un lugar central tanto en lo simbólico como en lo narrativo, y el padre del que aprende que “resistir implica siempre resignar una parte”. En esta resignación descansa buena parte de la poética del libro y el devenir de los personajes: la decadencia del hermano, que debe ser internado; la casa que se desploma paulatinamente; y él mismo, que va perdiendo desde la casa hasta el control de su cuerpo.

“Si uno reúne fuerzas para sobrevivir es en gran parte por la costumbre. El tiempo moldea hábitos incluso con lo más cruel.” Para el personaje sin nombre de este relato, la inercia se revela no sólo como una estrategia para sobrevivir, sino como una forma de la resistencia. Más allá del éxito hay formas, a veces muy complejas, de la felicidad.

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