La reseña de Rosa Prepucio de Alejandro Modarelli se publicó en el suplemento Cultura del diario Tiempo Argentino el 15/04/2012
El último libro de Alejandro Modarelli se llama Rosa prepucio. Crónicas de sodomía, amor y bigudí y fue editado hace poquito por editorial Mansalva. El título puede ser equívoco, que el lector no espere encontrar sólo crónicas, la escritura no respeta géneros, y salta feliz y aguda al ensayo y la ficción. Es que el género –el textual y el sexual– escapa de las esencializaciones cerradas, represivas y “cruza por fin los sucesivos espejos que constituyen el mundo rutinario donde el que tiene pito es un varón, y el que lleva tetas una mujer, y se adentra en el país de las maravillas murgueras”.
Estas páginas, que se insertan en la fértil biblioteca del neobarroso rioplatense, contienen personajes de todo pedigrí, aunque las “locas” son las vedettes. Las locas con su deseo de hombre que las satisfaga; las locas como testimoniantes de la opresión y el deseo incontenible. Las locas viejas que, melancólicas, ven desaparecer un mundo en el que eran la realeza: “Las locas del ocaso”, la aristocracia de los baños públicos.
Los textos de Rosa prepucio suman puntos de vista, por ejemplo muestran cómo se vivieron las transformaciones políticas desde ciertos márgenes. ¿Cómo percibieron el advenimiento de la democracia “La Diosa Arrodillada” o “La Betty Boop”, algunas de las protagonistas del primer relato? En el “Nacimiento de la Marisol”, se relata el devenir de un niño que a los treinta y tantos se hace travesti, y que “se pregunta cómo denominará el repertorio psiquiátrico y el orden jurídico a aquellos menores que abusan de los adultos.”
Modarelli, que en 2009 publicó junto con Flavio Rapisardi Fiestas, baños y exilios. Los gays porteños y la última dictadura, retrata en este libro diversos modos del amor, la pasión, la hipocresía y el odio. No presenta el mundo de los gays bien integrados, sino la aventura de personas cuya sola presencia representa una afrenta para el orden dominante. Almas de mujeres encerradas en cuerpos de hombres, transformados a su vez en cuerpos de mujeres que les compiten a estas en el terreno de la sexualidad, y a veces ganan. La mirada aguda y políticamente revulsiva tracciona la lectura y enciende el interés, ya que no se olvida de la alegría al momento de escribir. En estos relatos el sexo es el reaseguro de la aventura, y en esta se puede sentir el drama que habita ya sea en el Medio Oriente islámico-gay, en el México súper macho, o en la Cuba socialista. Pero Modarelli recoge sus relatos en las grietas donde los edictos morales ceden ante el deseo. Como extra, cierran el libro un iluminador posfacio de Roberto Echabarren y un muy buen análisis de María Moreno en la contratapa.
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