Al ver las fotos de Roberto Bolaño no deja de asombrar que haya sido tan flaco y chiquito y no un gigante, porque sus novelas parecen obras que solo un coloso puede emprender. A poco más de 13 años de su muerte, el 15 de julio de 2003, sus libros continúan atravesando fronteras, atrapando nuevos lectores y ejerciendo una influencia decisiva en las nuevas generaciones de escritores.
Las grandes novelas de Bolaño engañan por su extensión, al primer parpadeo uno ya se encuentra en la página ciento cincuenta. Al mismo tiempo, ese caudal narrativo le permitió crear una visión de América Latina que no tenía parangón hasta entonces. Fuera del exotismo for export y con una visión crítica de las escrituras vanguardistas, produjo una narrativa original en cuyo corazón se encuentran el horror y la desventura en los que se debaten Latinoamérica y el mundo. Su literatura toma la forma de un territorio de combate, en la que el escritor debe tener el coraje suficiente como para mirar al monstruo de frente.
Roberto Bolaño (1953-2003) se volvió el escritor
latinoamericano más importante y renovador después d Generación del
Boom. Hoy ocupa el lugar que en los sesenta ostentaba García Márquez,
básicamente porque logra construir una imagen de América Latina que es aceptada
y apropiada por el público de este continente tanto como de Estados Unidos y
Europa.
Esa América que narra no está cerrada en una burbuja, sino
que queda integrada a una historia de mayor envergadura, a una historia global.
Aunque no haya producido literatura de denuncia, sus libros traslucen procesos
históricos que no respetan fronteras ni continentes.
Se puede trazar un paralelo con Jorge Luis Borges en la
importancia de la íntima relación entre lectura y escritura. A Bolaño se lo
veía siempre leyendo, en la calle, en las plazas, en los bares, entre la gente,
a diferencia del autor de Ficciones nunca aislado en una biblioteca.
Nicanor Parra |
Las influencias de un escritor, por supuesto, no se resumen
sólo a sus lecturas; también cuentan sus vivencias, sus deseos, sus rencores,
todo aquello que forma a una persona. El escritor Fabián
Casas hace hincapié en el lugar que ocupa la experiencia de vida en su
escritura: "Bolaño lleva cosas de la vida a los textos y no al revés, de
ahí surge parte de su vitalidad", y agrega que es "uno de esos escritores
que generan tal empatía con los lectores que no sólo transmite ganas de
escribir sino también de vivir. Leerlo implica un riesgo, es tan potente que
hay que hacerlo con un antídoto en mano para no pensar que la única forma de
escribir es la de él. Algo similar creo que pasa con Saer, Aira o Lamborghini.
Como Saer, Bolaño piensa que un escritor que no lee poesía es un
semianalfabeto."
La concepción que da forma a sus textos nace de ese espíritu
de entender la literatura como una forma de vida de la que debe extraerse hasta
la última gota. Una escritura con ribetes monumentales y con un carácter
volcánico, de ahí que sus novelas transmitan un dejo épico, que es una de sus
marcas indelebles. En uno de sus artículos reunidos en el libro Entre
Paréntesis, dice: "En mi cocina literaria ideal vive un guerrero, al que
algunas voces (voces sin cuerpo ni sombra) llaman escritor. Este guerrero está
siempre luchando. Sabe que al final, haga lo que haga, será derrotado. Sin
embargo recorre la cocina literaria, que es de cemento, y se enfrenta a su
oponente sin dar ni pedir piedad."
La rabia
El carácter antioficial de ese movimiento poético, muy
influenciado por vanguardias como el dadaísmo y el surrealismo, los llevó a
enfrentarse con la élite cultural mexicana y, como un francotirador experto,
posó su mira en Octavio Paz. Probablemente como eco de esa furiosa actividad, Carlos Fuentes
desconoció a Bolaño en su libro La gran novela latinoamericana, donde
vengativamente ni aparece mencionado.
Di Benedetto |
La prosa
La literatura nazi en América Latina (publicada a inicios de
1996), un texto con fuerte resonancias de Historia universal de la infamia de
Borges, es probablemente el primero en llamar la atención del público y la
crítica, en él reúne un conjunto de biografías apócrifas de escritores de
derecha de diferentes partes de este continente, cada uno posee no sólo el tono
y vocabulario del país al que pertenece sino una multitud de detalles, a veces
sólo perceptibles por los lectores locales. En estas historias descubre la
"falsa biografía" como una suerte de género que lo acompañará en gran
parte de su narrativa. En esos relatos, la violencia pública y privada dibujan
el mapa de una Latinoamérica que no logra elevarse sobre un horror del que no
toma conciencia.
De la última de las historias de este libro surgirá Estrella
distante (a finales de 1996), pequeña novela en la que el horror y la
persecución de la dictadura pinochetista se entrelazan con los paradigmas del
arte vanguardista a través de Carlos Wieder, un aviador militar con
convicciones artísticas revolucionarias –dibujaba poemas en el cielo–,
infiltrado en los grupos de literatos de izquierda. Lejos del mal, entendido
como una vanalidad, Wider hace una celebración artística del horror, la
tortura, el engaño y la muerte. Su figura es el antecedente culto de la
hipocresía de las élites actuales, ya vacías de todo guiño y complejidad
erudita.
Gonzalo Aguilar, docente e investigador de literatura
latinoamericana de la UBA, señala que ya en esos libros Bolaño le da una vuelta
muy original a sus planteos vanguardistas más tempranos. "Él toma
distancia, no es que haga burla, sino que investiga un nexo muy fuerte: el del
arte de vanguardia y la destrucción y el horror. Temas que no habían sido
pensados así en este continente. En Estrella distante las referencias al poeta
chileno Raúl Zurita son evidentes y eso le trajo bastantes
enemistades."
Aguilar profundiza: "Por un lado, trae una escritura que
se opuso a la de vanguardia ya que restituye la idea de narración, pero a la
vez no fue una narrativa convencional, sino que fue bastante experimental. Por
otro lado recupera muy fuerte una tradición argentina, como la de Wilcock o
Borges, a quienes dota de un tratamiento novelístico, de género. En ese punto
produce una actualización muy fuerte de escritores europeos que no
aparecían en la literatura latinoamericana, muy limitada por lo que había sido
el Boom. Su narración es una manera muy original de contar el horror de la
dictadura, que fue un proceso que se vivió en casi toda América Latina, a
partir de la que elude tanto lo testimonial o la denuncia como el carácter
exótico."
Nocturno de Chile (2000) –una novela de un solo párrafo de
150 páginas, cuyo título inicial era Tormenta de mierda– es un ejemplo de esto.
En ella dibuja a la dictadura pinochetista como un espacio diabólico a través
del delirio final de un sacerdote del Opus Dei, cómplice irredento de ese poder
siniestro. En ella se puede ver, por ejemplo, al dictador Pinochet tomando
clases de marxismo.
La consagración
El mismo año que Pinochet cae preso en Inglaterra la
popularidad golpea a su puerta y gana con Los detectives salvajes el premio
Herralde de novela y al siguiente el Rómulo Gallegos.
Fabián Casas subraya que este libro muestra que Bolaño era un
gran lector de Cortázar, a diferencia de muchos escritores que lo desdeñan:
"En Los detectives podés ver la sombra de Rayuela." La novela se
centra en la búsqueda desesperada que lleva adelante una pandilla de poetas
marginales por encontrar una escritora, Cesárea Tinajero. En el recorrido,
multiplicidad de voces –de esos escritores y poetas– van dejando testimonio de
ese personaje que encarna la utopía de unir poesía y vida.
Su monumental obra póstuma 2666 (publicada en 2004), es como
de otra dimensión y para leer sus más de 1100 páginas, se necesita algo más que
tiempo. A pesar de la extensión, tiene un ritmo vertiginoso, como deslizarse
por un tobogán empinado en un principio, parece que no es necesario ningún
esfuerzo, pero con el paso de la lectura las historias empiezan a requerir más
y más compromiso: es que el destino de decenas de personajes empieza a pesar
sobre el espíritu y la conciencia del lector. Desde la tragedia de las guerras
mundiales a los femicidios de Ciudad Juárez (Santa Teresa, en su ficción),
todas las tragedias parecen arremolinarse en sus páginas.
Un libro que ya no mira hacia atrás, sino que está escrito
por un poeta-vidente que deja salir de los fragmentos de la historia
contemporánea lo bello y horroroso. Esta "novela río" sitúa al lector
al borde de un precipicio, desde el que puede escucharse el grito de horror que
subyace a la historia –y al presente– del neoliberalismo en el que se autodeglute
el mundo.
En 2666, Bolaño da una clave acerca del porqué aventurarse en
grandes novelas. Amalfitano, uno de sus personajes centrales, reflexionando
sobre los lectores contemporáneos expresa la decepción por la prevalencia de
los pequeños relatos sobre las grandes obras, de la obra menor sobre la obra
mayor. El lector que criticaba "escogía La metamorfosis en lugar de El
proceso, escogía Bartleby en lugar de Moby Dick, escogía Un corazón simple en
lugar de Bouvard y Pécuchet, y Un cuento de Navidad en lugar de Historia de dos
ciudades o de El Club Pickwick. Que triste paradoja, ya ni los farmacéuticos
ilustrados se atreven a las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que
abren camino a lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes
maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones
de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de
verdad, en donde los grandes maestros, luchan contra aquello, ese aquello que
nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y engancha, y hay sangre y
heridas mortales y fetidez."
Beno von Arcimboldi, uno de los personajes más bellos y
recordados de Bolaño, y tal vez su arquetipo de hombre de letras, es casi un
analfabeto que se hace escritor a partir de poseer una mirada singular y una
vasta experiencia en la vida como campo de batalla. Del fondo de la narrativa bolañesca, surge una forma renovada
de contar, una mirada sobre la herida insondable que ve el drama profundo del
mundo contemporáneo y que encarna ese destino en sus personajes.
Una mudanza editorial inesperada
Desde Estrella distante, toda la obra de Roberto Bolaño, aun
la póstuma, fue publicada por Anagrama. Su editor, Jorge Herralde, fue también
su íntimo amigo. Hasta ahora, era difícil pensar en leerlo en otra editorial,
pero el cambio finalmente se dió. Alfaguara –parte del grupo Penguin Random
House– compró los derechos a su viuda, Carolina Herrera, cuyos intereses ahora
ostenta la gigantesca corporación del agente literario norteamericano Andrew
Wylie, conocido como “El Chacal” por su modo agresivo de conquistar autores:
representa a más de un millón de todo el mundo. Entre los hispanoamericanos,
Jorge Luis Borges, Antonio Muñoz Molina, Guillermo Cabrera Infante y Rodrigo
Rey Rosa son algunos de los más notables. A esa lista se suman Bolaño y sus 21
libros, más dos inéditos. La presentación de uno de ellos, El espíritu de la
ciencia ficción, está prevista para la Feria de Guadalajara de este año 2016.
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